
Dormir bien no es un lujo. Es una necesidad vital. Sin embargo, millones de personas en el mundo duermen sin saber que su descanso está siendo interrumpido por un trastorno grave y muchas veces subestimado: la apnea del sueño. Este problema no solo afecta la calidad del sueño, sino que también pone en riesgo la salud cardiovascular, neurológica y metabólica.
En los últimos años, el diagnóstico de apnea del sueño ha aumentado, en parte por una mayor conciencia del problema, pero también porque los niveles de estrés, sobrepeso y malos hábitos han disparado su incidencia. ¿Sabés si la sufrís? ¿Cómo se diagnostica? ¿Y cuál es el tratamiento más eficaz?
¿Qué es la apnea del sueño?
La apnea del sueño es un trastorno respiratorio que se presenta cuando la persona deja de respirar de forma repetida durante el sueño. Estas pausas pueden durar desde unos pocos segundos hasta más de un minuto y se repiten decenas o incluso cientos de veces en una sola noche.
Existen varios tipos de apnea, pero la más común es la apnea obstructiva del sueño (AOS). En este caso, la vía aérea superior se bloquea total o parcialmente debido al colapso de los músculos de la garganta mientras se duerme.
Síntomas más comunes:
-
Ronquidos fuertes y persistentes.
-
Pausas en la respiración observadas por terceros.
-
Despertares frecuentes con sensación de asfixia.
-
Somnolencia diurna excesiva.
-
Dolor de cabeza matutino.
-
Dificultad para concentrarse.
-
Irritabilidad o cambios de humor.
Lo más alarmante es que muchas personas no saben que lo padecen. Viven cansadas, con bajo rendimiento y con una sensación constante de agotamiento sin encontrar la causa.
¿Por qué es peligrosa la apnea del sueño?
Cada vez que se interrumpe la respiración durante la noche, el cuerpo sufre una caída en los niveles de oxígeno. Esto obliga al corazón y al cerebro a trabajar más intensamente para mantener las funciones vitales. A largo plazo, estas microasfixias provocan un estrés fisiológico que puede desencadenar problemas graves como:
-
Hipertensión arterial.
-
Enfermedades cardíacas (arritmias, infartos).
-
Diabetes tipo 2.
-
Depresión y ansiedad.
-
Disfunción sexual.
-
Mayor riesgo de accidentes por somnolencia.
Por eso se la conoce como un «enemigo silencioso»: actúa durante el sueño, pero sus consecuencias se manifiestan en vigilia y afectan múltiples sistemas del cuerpo.
¿Quiénes tienen mayor riesgo?
La apnea del sueño puede afectar a cualquier persona, incluso a niños, pero hay factores que aumentan considerablemente el riesgo:
-
Sobrepeso u obesidad: La grasa acumulada alrededor del cuello puede obstruir las vías respiratorias.
-
Edad: Es más común en adultos mayores de 40 años.
-
Género masculino: Aunque también puede presentarse en mujeres, especialmente después de la menopausia.
-
Consumo de alcohol y sedantes: Relajan demasiado los músculos de la garganta.
-
Tabaco: Inflama las vías respiratorias.
-
Antecedentes familiares: Puede haber un componente genético.
Diagnóstico: cómo saber si sufrís apnea del sueño
El diagnóstico se realiza mediante un estudio del sueño llamado polisomnografía, que puede realizarse en un centro especializado o, en algunos casos, con equipos portátiles en el hogar. Este estudio mide la respiración, la oxigenación, los movimientos y otros parámetros durante la noche.
Es importante no ignorar los síntomas ni automedicarse. Si hay sospechas, lo mejor es acudir a un especialista en medicina del sueño.
Tratamientos disponibles
Una vez diagnosticada la apnea del sueño, existen diversas opciones de tratamiento según el tipo y la gravedad del caso:
1. CPAP (presión positiva continua en la vía aérea)
Es el tratamiento más común. Consiste en un dispositivo que mantiene las vías respiratorias abiertas mediante una leve presión de aire durante el sueño. Aunque al principio puede resultar incómodo, sus beneficios son notables desde las primeras noches.
2. Pérdida de peso
En muchos casos, bajar de peso puede reducir o incluso eliminar la apnea, especialmente si el sobrepeso es un factor determinante.
3. Férulas mandibulares
Dispositivos intraorales que adelantan la mandíbula y evitan el colapso de la vía aérea. Son útiles en casos leves a moderados o para quienes no toleran el CPAP.
4. Cirugías
En situaciones específicas, como obstrucciones anatómicas severas, se pueden considerar procedimientos quirúrgicos para corregir el problema.